jueves, 4 de diciembre de 2025

Utopía, acogida, conversión. Domingo 2º de Adviento. Ciclo A

  

Alessandro Allori, Predicación de Juan Bautista

¿Cómo vivir el Adviento? Las lecturas nos sugieren tres posibilidades. No se trata de elegir la mejor, las tres deben compaginarse.

1. Utopía: la esperanza del paraíso (Isaías 11,1-10)

            ¿Alguien que vea al telediario o lea el periódico puede esperar que nuestro mundo se convierta en un paraíso? Más bien tiene motivos para desear que la situación no empeore. El autor del precioso poema que leemos hoy en primer lugar no vivió una época mejor la nuestra, sino mucho peor. A pesar de todo, mantuvo su fe en un futuro mejor.

            El domingo pasado, la primera lectura nos situaba en un mundo utópico sin guerras ni carrera de armamentos. Este domingo, nos habla de la utopía de la paz universal, simbolizada por la vuelta al paraíso. El poema de Isaías podemos leerlo como un tríptico.

            La primera tabla ofrece un paisaje desolador, parecido al de las ruinas de Ucrania y Gaza. El territorio de Judá es como un bosque arrasado y quemado después de la invasión y la guerra. Pero en medio de esa desolación, en primer plano, hay un tronco del que brota un vástago. El tronco es Jesé, padre de David; el vástago, un rey semejante al gran rey judío.

            En la segunda tabla, como en un cuento maravilloso, el vástago vegetal adquiere forma humana y se convierte en rey. Sobre él vienen todos los dones del Espíritu de Dios y los pone al servicio de la administración de la justicia. El enemigo no es ahora una potencia invasora. Lo que disturba al pueblo de Dios es la presencia de malvados y violentos, opresores de los pobres y desamparados. El rey dedicará todo su esfuerzo a la superación de estas injusticias.

            La tercera tabla da por supuesto que el rey tendrá éxito, consiguiendo reimplantar en la tierra una situación paradisíaca, que se describe uniendo parejas de animales fuertes y débiles (lobo-cordero, pantera-cabrito, novillo-león) en los que desaparece toda agresividad, y todos los animales aceptan una modesta dieta vegetariana («el león comerá paja con el buey») como proponía el ideal de Gn 1,30. Como símbolo admirable de la unión y concordia entre todos, aparece un pastor infantil de lobos, panteras y leones, además de ese niño que introduce la mano en el escondite de la serpiente. El miedo, la violencia, desaparecen de la tierra. Y todo ello gracias a que «está lleno el país del conocimiento del Señor». Ya no habrá que anhelar, como en el antiguo paraíso, comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Hay una ciencia más profunda, el conocimiento de Dios, y ésa no queda recluida dentro de unos límites prohibidos, sino que inunda la tierra como las aguas inundan el mar.

            Esta esperanza del paraíso no se ha hecho todavía realidad. Pero el Adviento nos anima a mantener la esperanza y hacer lo posible por remediar la situación de injusticia.

2. Acogida (Romanos 15,4-9)

            León XIV, durante su visita a Turquía con motivo de los 1700 años del Concilio de Nicea, ha insistido en la importancia de la unión de los cristianos. Esa idea encaja perfectamente con la segunda lectura.

            Las primeras comunidades estaban formadas por dos grupos de origen muy distinto: judíos y paganos. El judío tendía a considerarse superior. El pagano, como reacción, a rechazar al cristiano de origen judío. Hoy día pueden darse problemas parecidos, que dividen a los cristianos por motivos raciales, políticos o culturales. En este contexto, la lectura de Pablo nos exhorta a estar de acuerdo y acogernos mutuamente.

3. Conversión (Mateo 3,1-12)

            El evangelio del primer domingo nos invitaba a la vigilancia. El del segundo domingo exhorta a la conversión, que implica el doble aspecto de vuelta a Dios y cambio de vida, basándose en la predicación de Juan Bautista. Mateo divide el relato en dos partes.

            En la primera, Juan predica la conversión, pero añade como motivo la cercanía del reinado de Dios, tema que será fundamental en la predicación de Jesús. Un mensaje exigente pero muy positivo, bien acogido por la gente.

            En la segunda, los protagonistas son los fariseos y saduceos, representantes de las autoridades judías opuestas a los cristianos. A ellos Juan se dirige de forma insultante (“camada de víboras”) y con tono amenazador. El hacha está dispuesta a cortar el árbol que no dé buen fruto, y no les servirá de nada decir que pertenecen al pueblo elegido, que son hijos de Abrahán. Incluso cuando habla del personaje superior a él, no dice simplemente que bautizará con espíritu santo, sino con espíritu santo y fuego, porque separará el trigo de la paja y ésta la quemará en un fuego inextinguible.

            Este pasaje nos obliga a examinar si producimos buenos frutos o si nos refugiamos en la cómoda confesión de que somos cristianos, católicos, y no necesitamos convertirnos. Por otra parte, plantea la duda de si Jesús actuará de esa forma terrible que anuncia Juan Bautista. La respuesta a esta pregunta la ofrecerá el evangelista más adelante.

Reflexión final

            Como en un concurso deberíamos preguntarnos: ¿Cuál de las tres propuestas me resulta más fácil? ¿Practicar buenas obras? ¿Acoger a los que son distintos, a los que me resultan molestos por cualquier motivo? ¿Mantener una actitud de esperanza, de fe en un mundo mejor? A la inversa, podemos preguntarnos cuál de las tres me resulta más difícil. Esta sencilla reflexión puede ayudarnos a vivir la próxima semana de acuerdo con el espíritu del Adviento.

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