Aunque no se
advierta a primera vista, hay algunos temas comunes a las tres lecturas.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 14, 21b-27
El domingo pasado se leyó la actividad de Pablo y Bernabé en Antioquía de
Pisidia, y las dificultades que promovieron al final los judíos y algunas
señoras importantes, obligándoles a huir de allí. Marchan entonces a Iconio,
Listra y Derbe (el mapa ayuda a seguir el itinerario). Lo que allí ocurrió no
se lee en la misa, pero es importante recordarlo brevemente para comprender la
lectura de hoy (el que quiera puede leer el capítulo 14 de los Hechos, que es
muy interesante).
En Iconio predican con bastante éxito, pero al final la gente se
divide, algunos intentan apedrearlos y tienen que huir de nuevo.
En Listra curan a un tullido y la gente los consideran dioses; ellos
consiguen con dificultad que no les den culto. Pero vienen judíos de Antioquía
e Iconio que ponen a la gente contra Pablo; lo apedrean y
lo arrastran fuera de la ciudad dándolo por muerto. Los discípulos lo recogen y al día siguiente huye con Bernabé hacia Derbe.
En Derbe anuncian el evangelio y ganan bastantes discípulos. Allí no
se dan persecuciones. Terminada la predicación, emprenden el viaje de vuelta a
Antioquía de Siria (donde habían comenzado el viaje misionero), pasando por las
mismas ciudades que ya habían evangelizado. Este viaje de vuelta es el tema de
la lectura de hoy.
En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a
Iconio y a Antioquia, animando a
los discípulos y exhortándolos a
perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.
En cada
Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor,
en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron
en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de
donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de
cumplir.
Al llegar,
reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos
y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
El viaje de vuelta, contado tan esquemáticamente, debió de durar, como
mínimo, uno o dos meses. Pero Lucas no se detiene a contar con detalle lo
ocurrido. Para él es más importante indicar la conducta de los apóstoles. En
todas las comunidades hacen lo mismo durante la vuelta:
1) Confortar y exhortar a perseverar en la fe. “Confortar” es un verbo
exclusivo de Hch (14,22; 15,41; 18,23) y siempre tiene por objeto a los
discípulos o a las comunidades (no a individuos). ¿Cómo se conforta y exhorta?
Advirtiéndoles de la realidad: “hay que pasar mucho para entrar en el Reino de
Dios”. Igual que Pablo y Bernabé han tenido que sufrir para anunciar el
evangelio; igual que Esteban fue apedreado hasta la muerte (Hch 11,19). Las
persecuciones y tribulaciones forman parte esencial de la vida cristiana.
2) Designar responsables. Esta palabra griega, presbitérous, etimológicamente designa a los “ancianos”, pero en la
práctica se aplica a los responsables de la comunidad y terminará adquiriendo
un matiz muy concreto: sacerdote. Pero no es eso lo que designan los apóstoles,
sino simples encargados de dirigir la comunidad, las asambleas litúrgicas, etc.
3) Celebrar liturgias de oración y ayuno, en las que encomiendan a la
comunidad al Señor.
Finalmente, cuando llegan a Antioquía de Siria, pueden dar la gran
noticia: Dios ha abierto a los paganos la puerta de la fe. Ha comenzado una
etapa nueva en la historia de la iglesia y de la humanidad.
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a
Si la primera lectura se fija sobre
todo en las tribulaciones por las que hay que pasar para entrar en el reino de
Dios, la segunda, del Apocalipsis, habla de ese reino de Dios, del mundo futuro
maravilloso. No es literatura de ficción, aunque lo parezca. Los cristianos del
siglo I estaban sufriendo numerosas persecuciones, y la certeza de un mundo
distinto era el mayor consuelo que podían recibir.
Yo, Juan, vi un
cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han
pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que
descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna
para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
- «Ésta es
la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo,
y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará
las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni
dolor. Porque el primer mundo ha pasado.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo.»
Aunque el lenguaje es muy distinto,
la idea de fondo es la misma en las dos primeras lecturas: ahora mismo, la
comunidad padece grandes tribulaciones (Hch), hay lágrimas, muerte, luto,
llanto, dolor (Ap), pero todo esto llevará al reino de Dios (Hch) y a un mundo
maravilloso (Ap).
Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 31-33a. 34-35
El evangelio de hoy, aunque muy
breve, lo podemos dividir en dos partes. La primera nos sitúa en la noche del
Jueves Santo, cuando Judas acaba de salir del cenáculo para traicionar a Jesús
y este pronuncia unas palabras desconcertantes.
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el
Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él,
también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
¿Qué quiere
decir Jesús? La primera dificultad está en que usa cinco veces el verbo
“glorificar”, que nosotros no usamos nunca, aunque sepamos lo que significa.
Nadie le dice a otro: “yo te glorifico”, o “Pedro glorificó a su mujer”. Sólo
en la misa recitamos el Gloria, y ahí el verbo va unido a otros más usados: “te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos”. Pero, en el fondo,
después de leer la frase diez o doce veces, queda más o menos claro lo que
Jesús quiere decir: ha ocurrido algo que ha redundado en su gloria y,
consiguientemente, en gloria de Dios; y Dios, en recompensa, glorificará
también a Jesús.
Pero, ¿qué es eso que ha ocurrido y
que redunda en gloria de Jesús? Que Judas ha salido del cenáculo para ir a
traicionarlo. Parece absurdo decir esto. Pero recuerda la primera lectura: “hay
que pasar mucho para entrar en el reino de Dios”. A través de la pasión y
la muerte es como Jesús dará gloria a Dios, y Dios a su vez lo glorificará.
La segunda parte es muy conocida,
fácil de entender y muy difícil de practicar.
Hijos míos, me queda poco
de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a
otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que
conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»
El amor al prójimo como a uno mismo
es algo que está ya mandado en el libro del Levítico. La novedad en este caso
consiste en amar “como yo os he amado”, hasta dar la vida. Para Jesús, este
rasgo es el único distintivo del cristiano, y no puede ser sustituido por actos
cultuales (misas, etc.) ni por programas ideológicos de cualquier tipo.
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