Se acerca el fin del año
(litúrgico)
Nos acercamos al final del año litúrgico, que terminará el
día 30 de noviembre. Como si nos aproximáramos al final de curso y tuviéramos
que hacer un examen, la Iglesia quiere que nos preparemos a fondo y con tiempo.
Para ello, en estos tres últimos domingos del año (32-34º), se leen tres
parábolas que se complementan: las diez muchachas, los talentos, el Juicio
Final. Estas parábolas sólo se encuentran en el evangelio de Mateo, que las
añade con un fin muy concreto. El evangelio de Marcos termina la enseñanza de
Jesús con el discurso sobre el fin del mundo. Quizá a Mateo le pareció un final
demasiado sensacionalista y añadió estas tres parábolas, que animan a tomarse
la vida muy en serio.
La parábola de las diez
muchachas
«Se parecerá el reino de los
cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran
necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el
aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó
una voz: ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! Entonces se despertaron todas
aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron
a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las
lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay
bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo
compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban
preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más
tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos.
"Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco. Por tanto, velad,
porque no sabéis el día ni la hora.»
En tiempos de Jesús, cuando se celebraba
una boda, un grupo de muchachas acompañaba al novio a recoger a la novia para acompañarlo
a la ceremonia. A partir de este hecho tan trivial crea Jesús la parábola. Nos
encontramos ante diez muchachas divididas en dos grupos de cinco: unas necias,
que se olvidan del aceite para los candiles; otras sensatas, que llevan aceite
de repuesto. Hasta aquí todo es posible. Pero la parábola adquiere de repente
un tono irreal, porque quien da el plantón no es la novia, sino el novio, que
se retrasa hasta la medianoche.
Mientras, las diez se han quedado
dormidas. Y los candiles siguen consumiendo aceite. Al llegar el novio, unas pueden
reponerlo fácilmente, los otros están casi agotados. Las sensatas no quieren
darles aceite, y el novio se niega a admitirlas después de cerrada la puerta.
La conclusión de la parábola es
desconcertante: “Por tanto, estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora”.
Es desconcertante, porque ninguna de la diez ha velado, todas se quedaron
dormidas. Lo cual significa que la vigilancia, en este caso, equivale a la
sensatez de llevarse la provisión de aceite. Pero, ¿qué significa esto en la
práctica?
Dos interpretaciones
posibles
La parábola se ha interpretado en dos líneas principales.
Una concede especial importancia al
aceite, viéndolo como imagen de la fe, del fervor, de las buenas obras. Lo que
hace falta es estar preparados espiritualmente.
Otra línea no concede una importancia
capital al simbolismo del aceite; lo que quiere decir la parábola es que hay
que prepararse con antelación, porque entonces será demasiado tarde. Esta
segunda línea parece la más exacta, como lo demuestra su traducción al lenguaje
moderno. Diez universitarios se acercan al fin de curso. Cinco han estudiado
durante todo el año, asistido a las prácticas, tomado apuntes; otros cinco han
empalmado movida con movida. En el momento de entrar al examen piden a los
primeros que les pasen las respuestas. Cosa a la que los otros se niegan, como
es lógico. El examen se prepara con tiempo, no se improvisa ni se copia.
La clave de la 1ª lectura
La primera lectura, tomada del libro de
la Sabiduría, ofrece una perspectiva muy interesante. Se ha elegido porque su
tema empalma con el de la sensatez de la cinco muchachas.
La sabiduría
es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran
los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga
por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. en ella es prudencia
consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; misma va
de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los
caminos y les sale al paso en cada pensamiento.
En esta lectura, la sabiduría no es algo
intelectual, un conjunto de conocimientos, sino una persona a la que se ama, se
busca y se encuentra, o que se encuentra sentada a nuestra puerta esperándonos.
Los primeros cristianos aplicaron esta imagen personalizada de la sabiduría a
Jesús, que es la Sabiduría de Dios.
Con esto, la parábola adquiere un sentido
nuevo. ¿Cómo podemos estar
preparados? ¿En qué consiste la vigilancia? En tener ese contacto con Jesús, pensar en Él, hablar con Él, dejarnos encontrar por Él. Para que no nos ocurra lo que dice el novio a las cinco muchachas insensatas: “No os conozco”. La amistad con Jesús, la capacidad de diálogo con Él, no se improvisan. Hay que ejercitarlas todos los días para poder disfrutar luego del banquete de bodas.
preparados? ¿En qué consiste la vigilancia? En tener ese contacto con Jesús, pensar en Él, hablar con Él, dejarnos encontrar por Él. Para que no nos ocurra lo que dice el novio a las cinco muchachas insensatas: “No os conozco”. La amistad con Jesús, la capacidad de diálogo con Él, no se improvisan. Hay que ejercitarlas todos los días para poder disfrutar luego del banquete de bodas.
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