Se acerca el fin del año (litúrgico)
Nos acercamos al final del año litúrgico, que terminará el 22 de noviembre. Como si nos aproximáramos al final de curso y tuviéramos que hacer un examen, la Iglesia quiere que nos preparemos a fondo y con tiempo. Para ello, en estos tres últimos domingos del año (32-34º), se leen tres parábolas que se complementan: las diez muchachas, los talentos, el Juicio Final. Estas parábolas solo se encuentran en el evangelio de Mateo, que las añade con un fin muy concreto. El evangelio de Marcos termina la enseñanza de Jesús con el discurso sobre el fin del mundo. Era un final consolador, que promete la vuelta del Señor y nuestra victoria. Pero Mateo añadió estas tres parábolas, que animan a tomarse la vida muy en serio.
«Se
parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y
salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las
sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les
entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ¡Que llega el
esposo, salid a recibirlo! Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y
se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas:
"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas."
Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras
y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras
iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él
al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las
otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos. "Pero él
respondió: "Os lo aseguro: no os conozco. Por tanto, velad, porque no
sabéis el día ni la hora.»
En
tiempos de Jesús, cuando se celebraba una boda, un grupo de muchachas acompañaba
al novio a recoger a la novia para acompañarlo a la ceremonia. A partir de este
hecho tan trivial crea Jesús la parábola. Nos encontramos ante diez muchachas
divididas en dos grupos de cinco: unas necias, que se olvidan del aceite para
los candiles; otras sensatas, que llevan aceite de repuesto. Hasta aquí todo es
posible. Pero la parábola adquiere de repente un tono irreal, porque quien da
el plantón no es la novia, sino el novio, que se retrasa hasta la medianoche.
Mientras,
las diez se han quedado dormidas. Y los candiles siguen consumiendo aceite. Al
llegar el novio, unas pueden reponerlo fácilmente, los otros están casi
agotados. Las sensatas no quieren darles aceite, y el novio se niega a
admitirlas después de cerrada la puerta.
La conclusión de la parábola es desconcertante: “Por tanto, estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora”. Es desconcertante, porque ninguna de la diez ha velado, todas se quedaron dormidas. Lo cual significa que la vigilancia, en este caso, equivale a la sensatez de llevarse la provisión de aceite. ¿Qué significa esto en la práctica?
Dos interpretaciones posibles
La parábola se ha interpretado en dos líneas principales.
Una
concede especial importancia al aceite, viéndolo como imagen de la fe, del
fervor, de las buenas obras, de lo que debemos estar provistos cuando llegue el
esposo, Cristo.
Otra
no presta atención al aceite; lo importante es estar preparados ya, y no retrasarlo
hasta un momento que resulte demasiado tarde. Esta segunda línea parece la más
exacta, como lo demuestra su traducción al lenguaje moderno. Diez
universitarios se acercan al fin de curso. Cinco han estudiado durante todo el
año, asistido a las prácticas, tomado apuntes; otros cinco han empalmado movida
con movida. En el momento de entrar al examen piden a los primeros que les
pasen las respuestas. Los otros se niegan, como es lógico. El examen se prepara
con tiempo, no se improvisa ni se copia.
De todos modos, las dos interpretaciones se complementan. Si decimos: «Lo importante es estar preparados», ¿en qué consiste la preparación? «En llevar aceite de repuesto». Y ¿qué es el aceite? Mateo dejará claro dentro de dos domingos, en la parábola del juicio final, que el aceite del que debemos estar provistos son las buenas obras: dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, etc.
La clave de la 1ª lectura
La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, ofrece una perspectiva muy interesante. Se ha elegido porque su tema empalma con el de la sensatez de las cinco muchachas.
La
sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la
encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la
desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la
puerta. en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre
de preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la
merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada
pensamiento.
En
esta lectura, la sabiduría no es algo intelectual, un conjunto de
conocimientos, sino una persona a la que se ama, se busca y se encuentra, o que
se encuentra sentada a nuestra puerta esperándonos. Los primeros cristianos
aplicaron esta imagen personalizada de la sabiduría a Jesús, que es la
Sabiduría de Dios.
Con
esto, la parábola adquiere un sentido nuevo. ¿Cómo podemos estar preparados? ¿En qué consiste la vigilancia? En tener ese contacto con Jesús, pensar
en Él, hablar con Él, dejarnos encontrar por Él. Para que no nos ocurra lo que dice
el novio a las cinco muchachas insensatas: “No os conozco”. La amistad con
Jesús, la capacidad de diálogo con Él, no se improvisan. Hay que ejercitarlas
todos los días para poder disfrutar luego del banquete de bodas. Sin olvidar
que el segundo mandamiento es igual que el primero: el amor y la preocupación
por el prójimo tampoco se improvisan a última hora.
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