Una viuda generosa y con mucha
fe (1ª lectura)
La primera lectura ayuda mucho a entender mejor el evangelio de este
domingo. Está tomada del comienzo de la historia del profeta Elías, en el primer
libro de los Reyes, 17,10-16.
En aquellos días, el profeta
Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad,
encontró allí una viuda, que recogía leña. La llamo y le dijo: «Por favor,
tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.»
Mientras iba a buscarla, le grito: «Por favor, tráeme
también en la mano un trozo de pan.» Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu
Dios, que no tengo ni pan; me queda solo un puñado de harina en el cántaro y un
poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy
a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.»
Respondió Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has
dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo
lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de
harina no se vaciara, la alcuza de aceite no se agotara, hasta el día en que el
Señor envíe la lluvia sobre la tierra. Ella se fue, hizo lo que le había dicho
Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la
alcuza de aceite se agoto, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
Se trata de un relato muy
sencillo, que recuerda a las leyendas sobre San Francisco de Asís (las
“Florecillas”). Lo importante no es su valor histórico sino su mensaje. Destaco
algunos detalles.
1. La pobreza de los
protagonistas. En el mundo antiguo, las personas con mayor peligro de marginación
y miseria eran las viudas y los huérfanos de padre, al carecer de un varón que
las protegiese. En nuestro relato, esta situación se ve agravada por la sequía,
hasta el punto de la mujer está segura de que ni ella ni su hijo podrán
sobrevivir.
2. La fe y la obediencia
de la mujer. Muchas veces, comentando este texto, se habla de su generosidad,
ya que está dispuesta a dar al profeta lo poco que le queda. Pero lo que el
autor del relato subraya es su fe en lo que ha dicho el Señor a propósito de la
harina y el aceite, y su obediencia a lo que le manda Elías.
3. La categoría
excepcional de Elías, al que Dios comunica su palabra y a través del cual
realiza un gran milagro.
Teólogos presumidos y una viuda
generosa (evangelio)
El relato tiene dos partes: la primera denuncia
a los escribas; la segunda alaba a una viuda. Lo que las relaciona es el la
actitud tan contraria de los protagonistas: mientras los escribas “devoran los
bienes de las viudas”, la viuda echa en el arca “todo lo que tenía para vivir”.
¡Cuidado con los escribas!
En aquel tiempo, entre lo que
enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta
pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los
asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y
devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán
una sentencia más rigurosa.»
Los escribas eran especialistas en cuestiones
religiosas, dedicados desde niños al estudio de la Torá. Tenían gran autoridad
y gozaban de enorme respeto entre los judíos. Pero Jesús no se fija en su
ciencia, sino en su apariencia externa y sus pretensiones. La descripción que
ofrece de ellos no puede ser más irónica, incluso cruel. Forma de vestir
(amplios ropajes), presunción (les gustan las reverencias en la calle), vanidad
(buscan los primeros puestos en la sinagoga y en los banquetes), codicia
(devoran los bienes de las viudas), hipocresía (con pretexto de largos rezos).
Todo esto es completamente contrario al estilo de vida de Jesús y a lo que él
desea de sus discípulos. Por eso los amonesta severamente: «¡Cuidado con los
escribas!».
No es preciso añadir que los discípulos le
hicieron poco caso y terminaron vistiendo como los escribas, exigiendo
reverencias y besos de anillos, ocupando primeros puestos, y devorando bienes
de viudas, viudos y casados. Por desgracia, de este evangelio no se puede
decir: «Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia», aunque
debemos reconocer que la situación ha mejorado bastante.
Elogio de la viuda
Estando Jesús sentado enfrente
del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos
ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echo dos leptas, que
equivale a un cuadrante. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que
esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los
demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado
todo lo que tenía para vivir.»
En la 1ª lectura y en esta
segunda parte del evangelio tenemos personajes parecidos: una viuda y un
profeta (Elías-Jesús). Pero la relación entre ellos se presenta de manera muy
distinta. Basta fijarse en los siguientes detalles:
¿De qué hablan la viuda y el
profeta? Elías y la viuda
mantienen un diálogo, mientras que Jesús no dirige ni una palabra a la viuda.
Cuando ve lo que ha hecho, no la llama para dialogar con ella, sino que llama a
sus discípulos para darles una enseñanza.
¿Qué hace la viuda por el profeta? La viuda entrega todo lo que tiene a Elías y
trabaja para él; la viuda del evangelio no hace nada por Jesús.
¿Qué hace el profeta por la viuda? Elías hace un gran milagro para resolver el
problema económico de la viuda; Jesús no le da ni un céntimo.
La enseñanza silenciosa de la viuda
Los relatos anteriores de
Marcos (que no se han leído en las misas del domingo) hablan de una serie de
personas y grupos que se presentan ante Jesús para discutir con él las
cuestiones más diversas: de dónde procede su autoridad, si hay pagar tributo al
César, si hay resurrección de los muertos, cuál es el mandamiento principal,
etc. Al final aparece esta viuda, que no se preocupa de cuestiones teóricas ni
teológicas, ni siquiera se interesa por Jesús; sólo le preocupa saber que hay
gente pobre a la que ella puede ayudar con lo poco que tiene.
La viuda es un símbolo
magnífico de tantas personas de hoy día que no tienen relación con Jesús, pero que
se preocupan por la gente necesitada e intentan ayudarlas, sin considerarse ni
ser cristianos. Pero es importante advertir que la preocupación de la viuda no
es de boquilla, entrega todo lo que tiene.
Jesús, que no llama a la
viuda para dialogar con ella ni pedirle que pase a formar parte del grupo de
sus discípulos, nos puede servir de ejemplo para la actitud que debemos adoptar
ante esas personas. No hay que intentar convertirlas a toda costa.
En los tiempos que corren,
de tanta necesidad para tanta gente, el evangelio de este domingo nos da mucho
que pensar y que rezar.
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