Mateo resume
la crisis que atravesó su comunidad a finales del siglo I en cinco preguntas a
las que responde con siete parábolas. El domingo pasado vimos la primera, ¿por
qué no aceptan todos el mensaje de Jesús?, a la que respondía la parábola del
sembrador. En este domingo se plantean otras dos preguntas, a las que se
responde en tres parábolas. La primera de ellas (el trigo y la cizaña) debió
considerarla Mateo difícil de entender, y por eso ofrece su explicación. Sin
embargo, no lo hace de inmediato. Cuenta tres parábolas seguidas y más tarde,
cuando los discípulos llegan a la casa, interrogan a Jesús y éste aclara su
sentido. En cambio, las parábolas tercera (grano de mostaza) y cuarta
(levadura) carecen de explicación en el evangelio. Por motivos de claridad
expongo primero la parábola del trigo y la cizaña, con su explicación, y luego
las otras dos.
¿Qué
actitud adoptar con quienes no viven el mensaje?
En
aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
―
El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su
campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio
del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga
apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
―
Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?
Él
les dijo:
―
Un enemigo lo ha hecho.
Los
criados le preguntaron:
―
¿Quieres que vayamos a recogerla?
Pero
él les respondió:
―
No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos
crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores:
Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo
almacenadlo en mi granero.
La parábola puede leerse desde diversas
perspectivas, según pensemos que la finca es el pueblo de Israel, la comunidad
cristiana, o el mundo entero. Ya que esta parábola sólo la cuenta Mateo, vamos
a verla primero desde el punto de vista de su comunidad, seriamente enfrentada
con los judíos.
1ª hipótesis: La finca es el
pueblo de Israel
En ella, el Señor ha plantado buena semilla
(los cristianos). Pero el enemigo ha plantado también cizaña (los fariseos y
demás enemigos de la comunidad). La tentación de cualquiera de los dos grupos
es decidir por su cuenta y riesgo quién es trigo y quién cizaña. Pablo, por
ejemplo, antes de convertirse, pidió permiso a las autoridades de Jerusalén
para perseguir a los cristianos. Pero también la comunidad cristiana puede
correr el riesgo de intentar acabar con los que no forman parte de ella o no
los tratan como consideran justo. Así ocurrió cuando una aldea de Samaria no
acogió a Jesús y los discípulos: Juan y Santiago le propusieron hacer bajar un
rayo del cielo que acabase con todos (Lc 9,51-56). Con esta parábola, Mateo hace
una exhortación a la calma, a dejar a Dios la decisión en el momento final.
2ª hipótesis: La finca es la
comunidad cristiana
La parábola también podría entenderse dentro
de la comunidad cristiana (sola ésta sería la finca), donde hay gente que
responde al evangelio (trigo) y gente que no parece vivir de acuerdo con él
(cizaña). El mensaje es el mismo en este caso. Aunque las cosas parezcan
claras, es fácil que al arrancar la cizaña se lleven por delante el trigo. Porque
cualquier de nosotros, por muy preparado que se considere teológica y moralmente,
puede equivocarse. No son raros los casos de personas condenadas por la Iglesia
que terminaron no sólo rehabilitadas sino también canonizadas.
3ª hipótesis: la finca es el
mundo
Finalmente, la parábola se puede interpretar
en un contexto más general, donde la finca es el mundo, la buena semilla los
ciudadanos del Reino y la cizaña los secuaces del Malo. En esta línea se
orienta la explicación de los versículos 36-43.
Los
discípulos se le acercaron a decirle:
―
Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.
Él
les contestó:
―
El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la
buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del
Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del
tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se
quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y
arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al
horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los
justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que
oiga.
En cualquiera de estas tres hipótesis (todas
válidas), Jesús advierte contra el peligro de que paguen justos por pecadores.
Es preferible tener paciencia y dejar la justicia a Dios, el único que puede
emitir un veredicto exacto, sin temor a equivocarse.
La
actitud de Dios, modelo de moderación en indulgencia
La primera
lectura, tomada del libro de la Sabiduría, se mueve en esta línea de bondad y
tolerancia, poniéndonos a Dios como modelo. Un Dios al que el poder impulsa, no
a castigar sino a perdonar, que gobierna con moderación e indulgencia, y que
siempre da un voto de confianza al pecador, esperando que se convierta.
Fuera de ti, no hay otro Dios al cuidado de
todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio
de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú
demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia
de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y
nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto
quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano,
y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al
arrepentimiento.
¿Tiene
algún futuro esto tan pequeño?
Tras la explicación, volvemos al otro tema
tratado por las parábolas de hoy. La comunidad de Mateo es pequeña. Las otras
comunidades también. Han pasado ya cincuenta años de la muerte de Jesús, y
aunque el cristianismo se va extendiendo por el Imperio Romano, representan una
minoría. ¿Qué futuro tiene este grupo tan pequeño? ¿Qué futuro tiene la iglesia
actual, que carece del influjo y el poder que tenía hace unos años? Mateo responde
con dos parábolas: la del grano de mostaza y la de la levadura. Ambos coinciden
en ser algo pequeño, pero más importante de lo que puede parecer a primera
vista.
El grano de mostaza
El
reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su
huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que
las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los
pájaros a anidar en sus ramas.
Esta parábola sólo se comprende a fondo
cuando se conoce una parábola del profeta Ezequiel que utiliza Jesús como
modelo. A comienzos del siglo VI a.C., cuando el pueblo de Israel se encontraba
deportado en Babilonia, para expresar que su suerte cambiaría y sería
espléndida, Ezequiel cuenta lo siguiente:
Cogeré una guía del cogollo del cedro alto y
encumbrado;
del vástago cimero arrancaré un
esqueje
y lo plantaré en un monte elevado y
señero,
lo plantaré en el monte encumbrado
de Israel.
Echará ramas, se pondrá frondoso
y llegará a ser un cedro magnífico;
anidarán en él todos los pájaros,
a la sombra de su ramaje anidarán
todas las aves. (Ez 17,22-23).
Jesús acepta la imagen del árbol y la idea de
que sirve para acoger a todas las aves del cielo. Pero introduce un cambio
radical: no elige como modelo el cedro alto y encumbrado, sino el modesto
arbusto de mostaza, que, cuando crece, «sale por
encima de las hortalizas». Es un
ataque lleno de humor e ironía al triunfalismo. Lo importante no es que el
árbol sea grandioso, sino que pueda cumplir su función de acoger a los pájaros.
Para la comunidad de Mateo era una excelente lección, y también debe serlo para
nuestras tentaciones de triunfalismo eclesial.
La levadura
Les dijo otra parábola:
El reino de los cielos se parece a la
levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo
fermente.
Algo parecido ocurre con la parábola de la
levadura. Se usa en poca cantidad, pero cumple su función, hace que fermente la
masa. La tentación de la comunidad cristiana es querer ocupar mucho espacio,
ser masa, llamar la atención por su volumen, por el número de miembros. Jesús
dice que lo importante es la función de fermentar la masa.
Resumiendo lo leído hasta ahora, Mateo ofrece
una explicación de la realidad (sembrador) y una llamada a la serenidad
(trigo y cizaña) y a confiar en algo que tiene unos comienzos tan modestos
(mostaza y levadura). El próximo domingo, otras tres parábolas completarán esta
enseñanza.
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