Tres misas el mismo día
No
sé cuándo comenzó la tradición de celebrar tres misas el día de Navidad, pero
imagino que debe de ser muy antigua. Se comienza con la famosa misa del Gallo,
por la noche, sigue la misa del alba y se termina con la del día. Cada una de
ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres ciclos (A, B, C). Dada
la abundancia de lecturas (¡nueve!), me limitaré a comentar un texto que asusta
a todos los lectores: el Prólogo del evangelio de Juan, que se lee en la misa
del día.
Presupuesto para entender el Prólogo
Las
conquistas de Alejandro Magno, a finales del siglo IV a.C., supusieron una gran
difusión de la cultura griega. En Judea, como en todas partes, los griegos
ejercían un influjo enorme: cada vez se hablaba más su lengua, se imitaban sus
costumbres, se construían edificios siguiendo su estilo, se abrían gimnasios,
se enseñaba la doctrina de sus filósofos. Los judíos, al menos la clase alta,
estaban encandilados con la sabiduría de Grecia. Sin embargo, algunos autores
no compartían ese entusiasmo. Para ellos, la sabiduría griega era un producto
reciente, obra del ingenio humano, y tenía su templo en un lugar pagano:
Atenas. La verdadera sabiduría es eterna, procede de Dios, y reside en
Jerusalén. Esto puede decirse con palabras vulgares, o poéticamente, presentando
a la sabiduría como una mujer y contando su historia. Basándonos en diversos
textos bíblicos podemos reconstruir esa historia de la Sabiduría.
La historia de la Sabiduría de Dios
1ª etapa: la Sabiduría junto a Dios desde el
comienzo (Proverbios 8,22-36).
El Señor me estableció al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.
Antes de los océanos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban encajados los montes,
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba
ni los primeros terrones del orbe.
2ª etapa: la Sabiduría y la creación
Cuando colocaba el cielo, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del océano;
cuando sujetaba las nubes en la altura
y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un límite al mar,
y las aguas no traspasaban su mandato;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a Él, como aprendiz, yo era su encanto
cotidiano,
todo el tiempo jugaba en su presencia;
jugaba con la bola de la tierra
disfrutaba con los hombres.
Tercera etapa: la Sabiduría se instala en Jerusalén
(Eclesiástico, 24).
Por todas partes busqué descanso
y una heredad donde habitar.
Entonces el creador del universo me ordenó,
el creador estableció mi morada:
Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.
En la santa morada, en su presencia ofrecí culto
y en Sión me establecí;
en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces entre un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Sin embargo, cabe la posibilidad de que algunos
rechacen los consejos de la sabiduría. De hecho, muchos judíos no aceptaban
este mensaje. Otro autor presenta a la Sabiduría como una mujer que se queja de
no ser escuchada (Proverbios 1,22-25).
Os llamé, y rehusasteis;
extendí mi mano, y no hicisteis caso;
rechazasteis mis consejos,
no aceptasteis mi reprensión.
En
resumen: la sabiduría de Dios está junto a él desde el principio, lo acompaña
en el momento de la creación, disfruta con los hombres, se establece en Israel.
Pero muchos no disfrutan con ella. Prefieren seguir otro camino, no le hacen
caso.
La historia de la Palabra
El autor del Prólogo aplicó las ideas anteriores a
Jesús, introduciendo algunos cambios. Ante todo, en vez de llamarlo sabiduría
de Dios, prefirió llamarlo la Palabra.
Primera etapa: la Palabra junto a Dios
Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios;
ella estaba al principio junto a Dios.
Hay una diferencia notable con el texto sobre la Sabiduría.
La sabiduría es creada por Dios. La Palabra, no; existe con él desde el principio.
Además, el autor del himno es muy sobrio, no se le ocurre decir que la Palabra
jugaba en presencia de Dios.
Segunda etapa: la Palabra y la creación
Todo fue hecho mediante ella,
y sin ella no se hizo nada de lo hecho.
Lo que surgió en ella fue la vida,
y la vida era la luz de los hombres;
y la luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no consiguió derrotarla.
Parece un trabalenguas, pero es muy sencillo: todo fue
creado por la Palabra de Dios. El sol, la luna, las estrellas, las montañas, el
mar..., el mármol, la madera, el cristal... Todo ha sido creado por la Palabra
de Dios. Y ella, además de haber creado a los hombres, es también nuestra luz.
La única novedad, muy importante, es que desde el principio se entabla una
lucha entre la luz y la tiniebla; pero la tiniebla no logra imponerse, no puede
derrotarla.
Tercera etapa: el mundo, creado por la Palabra, la
ignora.
Hasta ahora todo ha ido bien. Dios y la Palabra pueden
estar contentos. De pronto, advierten que la Palabra es ignorada por el mundo.
En el mundo estaba,
y aunque el mundo se hizo mediante ella,
el mundo no la conoció.
El
mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran
a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. En autor del Prólogo piensa en todos
los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que
habían caído en diversas formas de idolatría.
Cuarta
etapa: la Palabra decide instalarse en Israel; su pueblo la rechaza
¿Qué
hará la Palabra cuando se vea ignorada por el mundo? Para un judío, la
respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la
sabiduría: “Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor,
en su heredad”. Eso mismo hace la Palabra, pero se encuentra con una
desagradable sorpresa:
Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.
Quinta etapa: la Palabra decide hacerse carne y
habitar entre nosotros.
La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la
ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar?
Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. La
Palabra toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.
Y la Palabra se hizo carne
y puso su tienda entre nosotros
y contemplamos su gloria,
gloria de Hijo único del Padre,
pleno de gracia y de lealtad.
Pues de su plenitud todos hemos recibido
gracia tras gracia.
Del optimismo ingenuo al realismo mágico
La historia de la Sabiduría resulta demasiado
optimista. El himno puede parecer muy pesimista. Sin embargo, no lo es. Aunque
no sea todo el mundo ni todo Israel, hay un grupo, formado por judíos y
paganos, dispuestos a acoger a Jesús, a creer en él. Y ésos, todos nosotros,
reciben una enorme recompensa.
Pero a los que la recibieron
los hizo capaces de ser hijos de Dios.
Y
este grupo contempla su gloria, y de su plenitud recibe gracia tras gracia.
Motivos
de sobra para estar alegres y desearos a todos FELIZ NAVIDAD.
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