En los dos domingos anteriores estuvimos junto al río Jordán, para recordar
el bautismo de Jesús y el testimonio que ofreció de él Juan Bautista. La
liturgia da ahora un salto notable. Omite las tentaciones de Jesús (que se
leerán el primer domingo de Cuaresma) y nos sitúa en un momento posterior,
cuando Herodes, molesto por la predicación de Juan, decide meterlo en la
cárcel. Lo que ocurre luego lo cuenta el evangelio de Mateo del modo siguiente
(Mt 4,12-23). Este pasaje podemos dividirlo en tres partes.
1. LA ACTIVIDAD INICIAL DE JESÚS
Al enterarse Jesús de que
habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en
Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió
lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El
pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en
tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a
predicar diciendo:
‒ Convertíos, porque está
cerca el reino de los cielos.
Quien
se sienta desconcertado por la presentación inicial de Jesús, poniéndose en la
fila de los pecadores para bautizarse, tiene motivos para desconcertarse
todavía más al leer los comienzos de su actividad. Dicho en palabras muy
rápidas, lo primero que hace es huir; lo segundo, actuar en la región más
olvidada; lo tercero, repetir al pie de la letra la predicación de Juan
Bautista. Pero todo esto encierra un misterio que Mt nos ayuda a desentrañar. Una
vez más, para comprender este pasaje conviene compararlo con el de Marcos, que
presenta los hechos del siguiente modo.
«Cuando
detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena
noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca.
Arrepentíos y creed la buena noticia».
La breve
noticia de Marcos contiene tres datos: 1) momento en que comienza a actuar
Jesús; 2) lugar de su actividad (Galilea); 3) contenido de su predicación. Mt
modifica el primero y el tercero y amplía el segundo.
Momento
de actividad
Es
una pena que los evangelistas sean tan sobrios, porque el primer dato resulta
más profundo de lo que parece a primera vista. Jesús no empieza a actuar hasta
que encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la
conciencia de que debe continuar la obra de Juan.
Nosotros
estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese
perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios
Padre le hablase a Jesús igual que nos habla a nosotros, a través de los
acontecimientos. Y el gran acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y
la necesidad de llenar su vacío.
Pero
hay una diferencia muy sutil entre Mc y Mt. Según Mc, en cuanto encarcelan a
Juan comienza Jesús a predicar. Según Mt, lo primero que hace Jesús es
retirarse a Nazaret. Desde un punto de vista histórico y psicológico parece una
interpretación más adecuada, que abre paso también a una visión más humana de
Jesús, como si se tomase un tiempo de reflexión y decisión.
Lugar
de actividad
Mc
decía simplemente que «Jesús se fue a Galilea». La elección del lugar de
actividad es sorprendente, más aún que en el caso de Juan Bautista. Juan no
predica su mensaje de penitencia en Jerusalén, pero el lugar donde actúa está
lleno de reminiscencias simbólicas. El desierto es el lugar donde se espera la
manifestación de Dios. Jesús se retira a una región que carece de importancia
dentro de la historia judía, incluso conocida con el despreciativo nombre de "Galilea
de los paganos".
Desde
un punto de vista histórico, la elección de Galilea por parte de Jesús tiene
sus ventajas y sus riesgos. Ventajas: moverse en una región conocida, y
la posibilidad de escapar fácilmente hacia el norte en caso de persecución. Riesgo:
proclamar su mensaje en la zona más politizada de Palestina, en un ambiente bastante
revolucionario, que se presta a graves conflictos.
Dentro
de Galilea, escoge Cafarnaúm, ciudad de pescadores, campesinos y comerciantes,
lugar de paso, que le permite el contacto con gran variedad de gente y un fácil
acceso a los pueblecitos cercanos.
Sin
embargo, Mt ve las cosas de forma distinta que el historiador moderno. La
elección de Galilea le recuerda una profecía de Isaías, en la que se habla de
las terribles desgracias sufridas por esa región durante la invasión asiria del
siglo VIII a.C. y se le anuncia la salvación para el futuro.
Para
Mateo, lo esencial es que Jesús no va a dirigirse a la gente importante, a los
que pueden cambiar el mundo, sino a "los que habitan en tinieblas",
"los que habitaban en tierra y sombra de muerte". La gente más
despreciada y olvidada (campesinos y pescadores) será el primer auditorio de
Jesús. Para ellos se convierte en una "gran luz".
El
mensaje inicial
Mc dice: «Se ha
cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena
noticia». La fuerza recae en la inminencia del reinado de Dios,
con lo que supone de buena noticia que exige el arrepentimiento. Estas palabras
podían provocar la impresión ‒y de hecho la crearon‒ de que el fin del mundo
era inminente. Las primeras comunidades cristianas vivieron casi con angustia
esta sensación.
Mt, que escribe hacia los años 70/80, quiere
evitar este equívoco y, al mismo tiempo, subrayar la idea del arrepentimiento.
Para ello, las dos afirmaciones de Mc las resume en una sola: «arrepentíos, que el reinado de Dios está cerca".
Al suprimir las palabras "se ha cumplido el plazo", evita la
impresión de que el fin del mundo es inminente.
Por
otra parte, aunque este resumen del mensaje coincide por completo con el de
Juan Bautista (3,2), no debemos interpretarlo como falta de originalidad por
parte de Jesús, sino como un acuerdo básico con la predicación de Juan. Ambos
coinciden en lo esencial y esto debe provocar en el lector del evangelio el
interés por el tema. De hecho, Mt esta insinuando aquí lo que será el contenido
primario del mensaje de Jesús: en qué consiste el Reino de Dios y cómo se puede
formar parte de él.
2. LOS PRIMEROS DISCÍPULOS
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos
hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban
echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:
‒ Venid y seguidme, y os
haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las
redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a
otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la
barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediatamente. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo
siguieron.
La
segunda escena es capital para comprender a Jesús. Desde el primer momento
busca unos discípulos que le acompañen y ayuden en su tarea. No es el
predicador solitario, ni el individualista que piensa poder hacerlo todo por sí
solo.
En
este contexto encaja el llamamiento de los cuatro primeros discípulos: Pedro y
Andrés, Santiago y Juan. Mateo, siguiendo a Marcos, presenta los hechos de la
forma más normal del mundo. «Paseando junto al lago de Galilea vio a dos
hermanos...» Esto provoca extrañeza en el lector. ¿Es posible que cuatro
muchachos sigan a Jesús sin conocerlo? Quien ha leído el evangelio de Juan sabe
que Jesús los conoció cuando el bautismo.
Pero
estos detalles psicológicos e históricos no les interesan a Mt y Mc, que prefieren
presentar de forma radical el seguimiento de Jesús. El relato de Mt es casi
idéntico al de Mc. Sólo hay una diferencia de detalle, que puede parecer
mínima, pero que considero significativa. Mc dice que Santiago y Juan, al ser
llamados por Jesús, «dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros
y se marcharon con él». Mt suprime la mención de los jornaleros, con lo cual la
escena resulta más dura para el padre y los hijos. Resuena aquí el tema del
seguimiento de Jesús, que será esencial en el evangelio.
3. RESUMEN
Recorría toda Galilea,
enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las
enfermedades y dolencias del pueblo.
Esta frase tan breve puede pasar
desapercibida. Pero supone un complemento esencial a lo dicho en el punto 1. Allí,
la actividad de Jesús se centra en la enseñanza. Aquí, la enseñanza va
acompañada de la acción: recorre, enseña, proclama, cura.
Curar enfermedades y dolencias ocupa
gran parte del tiempo de Jesús. Hace dos domingos, Pedro resumía todo con las
palabras: «pasó haciendo el bien».
Pero hay en este resumen algo que
generalmente no valoramos: Recorría
toda Galilea. Supone esfuerzo, sacrificio, pasar de 38º en el
lago a pueblecillos nevados en invierno. Por eso añado un complemento
sobre esta región tan importante en la vida de Jesús.
COMPLEMENTO:
GALILEA
«Quedaba comprendida entre el Jordán, el Líbano, la llanura fenicia, el
monte Carmelo y la llanura de Yezrael. Sus dimensiones eran 70 km de largo por
40 de ancho. Según Josefo estaba dividida en dos regiones, la Alta y la Baja,
delimitadas geográficamente por el valle que corre hacia Tolemaida (Acco). La
Alta Galilea se sitúa entre los 600 y los 1200 m con el Jermak como altura
máxima. En cambio, la Baja Galilea está entre los 300 y los 600 m: el monte más
alto, el Tabor, tiene 588 m.
En la Baja Galilea comienza Jesús su actividad y en ella reside la mayor
parte del tiempo. No debemos imaginarla como una zona pobre y marginada. La
antigua alusión que encontramos en el libro de Isaías (“Galilea de los
paganos”) ha jugado una mala pasada a muchos lectores del evangelio. Es cierto
que en el Antiguo Testamento Galilea cuenta muy poco. Pero en tiempos de Jesús
era una zona rica, importante y famosa, como afirma Flavio Josefo en el libro
tercero de la Guerra judía (BJ III, 41-43).
Wilkinson admite para Séforis una población de 50.000 habitantes; Josefo
indica 40.000 para Tariquea y Jotapata; y para Jaffa, el “pueblo” más grande de
Galilea, muy cercano a Nazaret, 17.130 personas. Según Wilkinson, ya que Josefo
habla de 204 pueblos, admitiendo un promedio de 500 habitantes, tendríamos unos
365.000 para toda Galilea.
Más importante que el número es la población en sí misma. Galilea, tras
numerosas vicisitudes, en tiempo de Jesús se ha estabilizado como región judía.
Sólo en Séforis y Tiberíades abunda el elemento pagano. Sin embargo, los judíos
del sur no sentían gran estima de los galileos: “Si alguien quiere
enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al
sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea
parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga
y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).»
Tomo
estos párrafos de José Luis Sicre, El cuadrante. Parte II - La apuesta, Editorial Verbo Divino, Estella 1997, p. 45-46. Todo el capítulo 2 de esa
obra lo dedico a “La tierra que conoció Jesús” (págs. 29-52).
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