El domingo
pasado nos recordaba el evangelio de Marcos dos ejemplos de fe: el de la mujer
con flujo de sangre y el de Jairo. Hoy nos ofrece la postura opuesta de los
nazarenos, que sorprenden a Jesús con su falta de fe.
En aquel tiempo Jesús fue a su tierra acompañado de sus
discípulos. El sábado se puso a enseñar en la sinagoga, y la gente, al oírlo,
decía asombrada: «¿De dónde le viene a éste todo esto? ¿Cómo tiene tal
sabiduría y hace tantos milagros? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y
el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven
con nosotros?». Y se escandalizaban de él. Jesús les dijo: «Sólo en su tierra,
entre sus parientes y en su casa desprecian al profeta». Y no pudo hacer allí
ningún milagro, aparte de curar a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y
se quedó sorprendido de su falta de fe. Recorrió después las aldeas del contorno
enseñando.
Éxito en
Cafarnaúm
Resulta interesante comparar lo
ocurrido en Nazaret con lo ocurrido al comienzo del evangelio: también un
sábado, en Cafarnaúm, Jesús actúa en la sinagoga y la gente se pregunta, llena
de estupor: «¿Qué significa esto? Es una
enseñanza nueva, con autoridad. Hasta a los espíritus inmundos les da órdenes y
le obedecen.» Enseñanza y milagros
despiertan admiración y confianza en Jesús, que realiza esa misma tarde
numerosos milagros (Mc 1,21-34).
Fracaso
en Nazaret
Otro sábado, en la sinagoga de
Nazaret, la gente también se asombra. Pero la enseñanza de Jesús y sus milagros
no suscitan fe, sino incredulidad. La apologética cristiana ha considerado
muchas veces los milagros de Jesús como prueba de su divinidad. Este episodio
demuestra que los milagros no sirven de nada cuando la gente se niega a creer.
Al contrario, los lleva a la incredulidad.
Los milagros de Jesús han re representado un enigma para las autoridades
teológicas de la época, los escribas, y ellos han concluido que: «Lleva dentro a Belcebú y expulsa
los demonios por arte del jefe de los demonios» (Mc 3,22).
Los nazarenos no llegan a tanto. Adoptan una extraña postura que no
sabríamos cómo calificar hoy día: no niegan la sabiduría y los milagros de
Jesús, pero, dado que lo conocen desde pequeño y conocen a su familia, no les
encuentran explicación y se escandalizan de él.
Jesús,
motivo de escándalo
En griego, la palabra escándalo designa la trampa, lazo o cepo que se
coloca para cazar animales. Metafóricamente, en el evangelio se refiere a veces
a lo que obstaculiza el seguimiento de Jesús, algo que debe ser eliminado
radicalmente («si tu mano, tu pie, tu ojo, te
escandaliza… córtatelo, sácatelo»).
Lo curioso del pasaje de hoy es que quien se convierte en obstáculo para
seguir a Jesús es el mismo Jesús, no por lo que hace, sino por su origen.
Cuando uno pretende conocer a Jesús, saber «de dónde viene», quién es su familia;
cuando lo interpreta de forma puramente humana, Jesús se convierte en un
obstáculo para la fe. Desde el punto de vista de Marcos, los nazarenos son más
lógicos que quienes dicen creer en Jesús aunque lo consideran un profeta como
otro cualquiera.
Asombro e
impotencia de Jesús
A Marcos le gusta presentar a Jesús
como Hijo de Dios, pero dejando muy clara su humanidad. Por eso no oculta su
asombro ni su incapacidad de realizar en Nazaret grandes milagros a causa de la
falta de fe. Adviértase la diferencia entre la formulación de Marcos: «no pudo hacer allí ningún milagro» y la de Mateo: «Por su incredulidad, no hizo
allí muchos milagros».
Nazaret
como símbolo
Los tres evangelios sinópticos conceden mucha importancia al episodio de
Nazaret, insistiendo en el fracaso de Jesús (la versión más dura es la de
Lucas, en la que los nazarenos intentan despeñarlo). Se debe a que consideran
lo ocurrido allí como un símbolo de lo que ocurrirá a Jesús con la mayor parte
de los israelitas: «Sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa
desprecian al profeta».
El
fracaso no lo desanima
El evangelio de hoy termina con
estas palabras: «Recorrió después las aldeas del contorno
enseñando.» Jesús ha fracasado en Nazaret,
pero esto no le lleva al desánimo ni a interrumpir su actividad. Igual que
Ezequiel (1ª lectura), le escuchen o no le escuchen, dejará claro testimonio de
que en medio de Israel se encuentra un profeta.
Lectura del Profeta Ezequiel
(Ez 2,2-5).
No hay comentarios:
Publicar un comentario