Jesús enseñaba a menudo a base de frases breves, que se pueden memorizar fácilmente; por ejemplo, “El Hijo del Hombre no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Los evangelistas reunieron más tarde esas frases, agrupándolas por el contenido o por alguna palabra clave que se repetía. En el evangelio de hoy podemos distinguir las siguientes:
- “Quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.
Juan le dijo:
Maestro, hemos visto a uno que expulsaba
demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque
no venía con nosotros.
Pero Jesús dijo:
No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.
Juan
se presenta muy ufano ante Jesús para contarle lo que han hecho con uno que
echaba demonios en su nombre. Jesús, en vez de elogiar esa conducta, les hace
caer en la cuenta de que han actuado de forma poco lógica: quien hace un
milagro en nombre de Jesús no hablará mal de él. Luego añade una enseñanza
general. Frente a la postura de ver enemigos por todas partes, enseña a ver
amigos: «Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.»
¿Por qué han actuado los discípulos
de ese modo? Si relacionamos el evangelio con la primera lectura de hoy, el
motivo serían los celos. El libro de los Números cuenta que Josué, cuando se
entera de que Eldad y Medad están profetizando en el campamento, lo interpreta
como un ataque a la dignidad de Moisés y le pide a este que se lo prohíba. La
escena recuerda bastante a la del evangelio, con el agravante de que Josué le
dice a Moisés que se lo prohíba, mientras que los discípulos se atribuyen el
poder de prohibir, sin contar primero con Jesús. El fallo de los discípulos
radicaría en ese celo injustificado y algo mezquino.
Sin
embargo, conviene tener en cuenta otra posible interpretación. Dos veces
justifican los discípulos su conducta aduciendo que ese individuo «no va con
nosotros». Según ellos, hay que excluir a todo el que no los acompañe.
Debemos
recordar que Jesús era un predicador itinerante, acompañado de los doce, de un
grupo de mujeres y de otros discípulos más. Este grupo, muy radical, había
renunciado al domicilio estable, a la familia y a las posesiones. En el
contexto de esta vida tan dura, de tanta renuncia para seguir a Jesús, se
entiende la insistencia de Juan y los discípulos en que ese «no va con
nosotros». No ha renunciado al domicilio estable, a la familia, a las
posesiones, pero se permite echar demonios en nombre de Jesús.
El relato pudo tener mucha importancia para la iglesia primitiva, ya que en ella se fueron imponiendo las comunidades urbanas, en las que no se renunciaba al domicilio estable, ni a la familia y las posesiones. La tentación de los cristianos itinerantes, con su vida tan dura, era excluir a los otros, a los que «no van con nosotros». Este pasaje les enseña a comportarse con moderación y a tolerar otras formas de vida. Lo esencial no es «ir con nosotros» sino «estar a favor nuestro».
- “Quien os dé a beber un vaso de agua en atención a que sois del Mesías os aseguro que no perderá su paga”.
El episodio anterior terminaba con la enseñanza: “Quién no está contra nosotros está a nuestro favor”. Esta frase da un paso adelante. Habla del que toma una postura positiva ante los seguidores del Mesías, simbolizada en el gesto de dar un vaso de agua.
- Dos trampas (dos escándalos) en el camino
En griego, el sentido básico de “escándalo” es el de «trampa», la tendida en el suelo, que hace caer a una persona o a un animal. Si recordamos que la vida cristiana es un seguimiento de Jesús, un caminar detrás de él, se comprenden los dos peligros de los que habla el evangelio:
a) Poner trampas a los pequeños
Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de estas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
Que alguien le ponga una
trampa a uno de los pequeños que creen, lo haga caer y se quede descolgado del
grupo que sigue a Jesús. Estas palabras resultan enigmáticas, porque no queda
claro a quién se dirigen. ¿Quién puede escandalizar? ¿Un cristiano o una
persona ajena a la comunidad (escriba, fariseo, saduceo, pagano)? ¿Quiénes son
los pequeños que creen: un grupo dentro de la comunidad o todos los cristianos?
La historia de la iglesia y la vida corriente demuestran que todos los casos
son posibles. El tropiezo puede ponerlo una persona no cristiana, con sus
críticas y ataques a Jesús y su mensaje. Pero también cualquier actitud
nuestra, cualquier palabra, que aparta a otros del seguimiento de Jesús, de la
forma de vida que él propone, cae bajo su condena.
El gran peligro del
escándalo no es sólo la pornografía, las películas violentas, la droga, sino
tantas cosas que se aceptan con naturalidad dentro de la Iglesia (lujo,
vanidad, ambición, prestigio), incluso a los más altos niveles.
Jesús deja muy clara la
gravedad del pecado al hablar de la condena que merece: ser arrojado al mar con
una enorme piedra atada al cuello. Se refiere a la piedra superior del molino
grecorromano, que giraba tirada por un asno, un caballo o un esclavo. Tirar al
mar o al río era un castigo especialmente cruel, ya que el cadáver quedaba
insepulto, algo terrible en la mentalidad judía y griega.
Estas palabras tan duras plantean un serio problema: ¿carece de perdón el escándalo? ¿No basta el arrepentimiento y la penitencia, ni siquiera de por vida? Negar la posibilidad de perdón iría en contra del evangelio. Pablo, que fue motivo de escándalo para tantos cristianos, no se tiró al mar con una piedra al cuello. Entregó su vida a propagar la fe en Jesús.
b) Ponerme trampas a mí mismo
Y si tu mano derecha te escandaliza (te es
ocasión de pecado), córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con
las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te escandaliza (te es ocasión
de pecado), córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos
pies, ser arrojado a la gehenna.
Y si tu ojo te escandaliza (te es ocasión de pecado), sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.
Las
diversas posibilidades las enumera Mc hablando de la mano, el pie y el ojo. Jesús ha dicho en otra ocasión que el
peligro viene del interior del hombre. Ahora, esas tendencias negativas se
ponen en marcha a través de lo que hacemos (la mano), del sitio al que nos
dirigimos (pie), de lo que miramos (ojo). Sugerencias para hacer un examen de
conciencia.
Para
dejar clara la gravedad de lo que puede ocurrir, Jesús exhorta a cortar la mano
o el pie, o sacarse el ojo. Estas palabras no hay que interpretarlas al pie de
la letra, porque después de habernos cortado una mano y un pie, y habernos
sacado un ojo, surgirían nuevas tentaciones y necesitaríamos seguir con la otra
mano, el otro pie y el otro ojo. Y no entraríamos en la vida mancos, cojos y
tuertos, sino ciegos y sin ningún miembro.
En el caso anterior, el castigo era sumergir en el mar; aquí, ir a parar a la gehena, «al fuego inextinguible», «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». La gehena como lugar de castigo se basa en la tradición apocalíptica judía; el gusano y el fuego, en unas palabras del libro de Isaías. A los pintores y a los predicadores les han dado materia abundante de inspiración, a menudo desbocada.
Reflexión final
En pocas palabras nos da Marcos
abundante materia de reflexión y de examen sobre nuestra actitud ante los demás
y ante nosotros mismos: ¿excluimos a quienes no van con nosotros, a quienes
consideramos que no viven un cristianismo tan exigente como el nuestro?
¿Valoramos el gesto pequeño de dar un vaso de agua, o nos escudamos en la
necesidad de grandes gestos para terminar no haciendo nada? ¿Pongo obstáculos a
la fe de la gente sencilla o de los menos importantes dentro de la iglesia? ¿Me
voy tendiendo trampas yo mismo que me impiden caminar junto a Jesús?