El evangelio de hoy es exclusivo de Lucas, sin
correspondencias en Mateo y Marcos. Y las tres breves partes en que podemos
dividirlo se centran en el mismo tema, muy apropiado a la Cuaresma: la
conversión.
Lectura del
santo evangelio según san Lucas 13, 1-9
En una
ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre
vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
- ¿Pensáis que esos galileos eran
más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y,
si no os convertís, todos pareceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que
murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que
los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos
pereceareis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola: "Uno
tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo
encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar
fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar
terreno en balde? Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía este año; yo
cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la
cortas".
Tres maneras de morir
1)
Asesinado por Pilato; 2) Aplastado por una torre; 3) Negándonos a convertirnos.
Todo
comienza con el deseo de tenderle a Jesús una trampa. ¿Cómo reaccionará él, que
es galileo, ante el asesinato de otros galileos por orden del procurador
romano? La trampa es muy astuta: nadie le pregunta qué piensa de este hecho; se
limitan a contarle el caso. Si responde airadamente, se enemistará con las
autoridades; si se calla la boca, se revelará como un mal galileo y un mal
israelita.
Para
quienes han venido a contarle el caso, todo se juega entre unos galileos
muertos, Pilato y Jesús. Ellos se limitan a informar, como la prensa; el caso
no les afecta personalmente. Y aquí es donde Jesús va a cazarlos en su propia
trampa. Con una ironía muy sutil da por supuesto que sus informadores no le
piden una declaración de tipo político (Pilato es un asesino, muerte a los
romanos) sino de tipo religioso (esos galileos han muerto por ser pecadores).
De hecho, la mayoría de los judíos de la época (y muchos cristianos actuales), consideran
que una desgracia es consecuencia de un pecado.
Pero
Jesús toma un rumbo completamente distinto. Los importantes no son los galileos
muertos, Pilato y Jesús. Los importantes son ellos, los que preguntan, que no
pueden considerarse al margen de los acontecimientos. Si piensan que esos
galileos eran más pecadores que ellos, se equivocan. También se equivocaron
quienes pensaron que los dieciocho aplastados por el derrumbe de la torre de
Siloé eran más pecadores que los demás.
La
muerte no solo la provocan políticos injustos y criminales (Pilato) o
desgracias naturales evitables (la torre). Hay otra amenaza mucho más grave: la
que tramamos contra nosotros mismos cuando nos negamos a convertirnos.
Dios pide higos a la higuera, no pide peras al
olmo
La historia de los galileos y de la torre la
ha utilizado Jesús para avisar seriamente, y por dos veces: “Si no os
convertís, todos pereceréis”. Quienes conciben a Jesús como un hippy de los
años 80 del siglo pasado, repartiendo flores y besos, no han leído nunca el
evangelio. Él no hay traído paz sino espada.
Pero la
invitación tan seria a convertirse, con la amenaza de perecer en caso
contrario, no debe interpretarse de forma equivocada. Dios no va a caer sobre
nosotros como una torre ni va a mandar a sus ángeles con espadas desenvainadas.
Mediante un breve parábola Lucas cuenta cómo nos va a tratar: como un
agricultor sensato, realista y paciente.
Sensato,
porque solo nos pide lo que podemos dar naturalmente, sin especial esfuerzo. De
la higuera solo espera que dé higos, no plátanos ni melones. Lo que espera de
nosotros es algo que cada uno debe pensar teniendo en cuenta sus circunstancias
familiares y laborales, pero nunca esperará nada que exceda nuestra capacidad.
Realista,
porque no se deja engañar. La higuera lleva tres años sin dar fruto. Con él no
valen las excusas del mal estudiante que asegura haber trabajado mucho cuando
no ha dado golpe en todo el curso. A nosotros podemos engañarnos diciendo que
damos fruto; a Dios, no.
Paciente,
porque ha esperado ya tres años, y todavía está dispuesto a conceder uno más.
Pero la
parábola no habla solo del dueño de la viña. El gran protagonista es el
viñador, el que intercede por la higuera y se compromete a cavarla y echarle
estiércol. Ya que la higuera nos representa a cada uno de nosotros, el viñador
tiene que ser Jesús. Se espera que la higuera produzca fruto no solo por ella
misma sino también gracias a su acción.
En
definitiva, la parabolita final matiza bastante la dureza de la primera parte
del evangelio. Pero matizar no significa anular. Si nos empeñamos en no dar
fruto, si no mejora nuestra relación con Dios y con el prójimo, por más que
Jesús cave y trabaje, la higuera será cortada.
Nosotros no somos distintos ni mejores (lecturas 1ª y 2ª)
En el evangelio, Jesús
advierte a los presentes que no deben considerarse mejores que los asesinados
por Pilato o muertos por el derrumbe de la torre. Las dos primeras lecturas nos
recuerdan que nosotros no somos mejores que el pueblo de Israel, para que nadie
se sienta seguro y termine cayendo, como indica Pablo.
La
lectura del Éxodo nos habla de la preocupación de Dios por su pueblo
esclavizado en Egipto. La vocación de Moisés será el primer acto de su
liberación.
Lectura del
libro del Éxodo 3, 1-8a. 13-15
En aquellos días, Moisés pastoreaba
el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando
por el desierto hasta Ilegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se
le apareció en una Ilamarada entre las zarzas. Moisés se fijó, la zarza ardía
sin consumirse.
Moisés se dijo: "Voy a
acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la
zarza." Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo, llamó desde la
zarza:
- "Moisés, Moisés."
Respondió él:
- "Aquí estoy."
Dijo Dios:
- "No te acerques; quítate las
sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado", y
añadió: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de
Isaac, el Dios de Jacob."
Moisés se tapó la cara, temeroso de
ver a Dios.
El Señor le dijo:
- "He visto la opresión de mi
pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus
sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta
tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y
miel."
Moisés replicó a Dios:
- "Mira, yo iré a los
israelitas y les diré: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si
ellos me preguntan cómo se llama, qué les respondo?"
Dijo Dios a Moisés:
- "Soy el que soy. Esto dirás a
los israelitas: Yo-soy me envía a vosotros." Dios añadió: "Esto dirás
a los israelitas: Yahvé (El-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios
de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre:
así me Ilamaréis de generación en generación."
Es
lógico que el estribillo del Salmo repita: “El Señor es compasivo y
misericordioso”. Pero la carta a los Corintios recuerda que, a pesar de tantos
beneficios divinos (paso del Mar, maná, agua que brota de la roca), muchos
israelitas no agradaron a Dios y terminaron pereciendo en el desierto. Y añade
que esto debe servirnos de ejemplo y
escarmiento. Nos puede ocurrir lo mismo si nos comportamos igual que ellos. Dicho
con las palabras del evangelio. “Si no os convertís, todos pereceréis del mismo
modo.”
Lectura de
la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 1-6. 10-12
No quiero que ignoréis, hermanos,
que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y
todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el
mismo alimento, espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues
bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la
mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el
desierto.
Estas cosas sucedieron en figura
para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No
protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del
Exterminador.
Todo esto les sucedía como un
ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir
en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no
caiga.